Día tras día la máscara de superficialidad que se había puesto la raspaba más y más; y no imprtaba cuántos disfraces llevara Persis como Amapola Silvestre, no podía evitar sentir que encajaban con ella mejor que el que se ponía en casa.

Como siempre el efecto era asombroso. No la había visto con el cabello suelto desde la mañana siguiente a su primer encuentro, cuando la había ayudado a levantarse del suelo del baño después de haber intentado utilizar su palmport demasiado pronto. Con ése aspecto, parecía más joven, más natural, a pesar del extraño color de su cabello que, tras varios días en Albión, ya no parecía tan raro. Como siempre desprendía un olor a plumería que era todo dulzura, rayos de sol y piel suave y cuidada. Como siempre, lo envolvió en un abrazo demasiado largo y apretado, como si de verdad fuesen los jóvenes enamorados que fingían ser. Y, como siempre , Justen descubrió que le gustaba demasiado.